miércoles, 17 de noviembre de 2010

Comala












Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. (...) -No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.-Así lo haré, madre.
Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.




Texto:
Juan Rulfo
Pedro Páramo





















Cuando Juan Rulfo llegó a la fotografía, existía ya en México una larga tradición. Conoció el trabajo de un grupo de fotógrafos y probablemente estuvo en contacto con las imágenes de Edward Weston y Tina Modotti. Reunió una colección importante de libros de fotografía, y se ocupó de cultivar la amistad de fotógrafos como Antonio Reynoso y Gabriel Figueroa. Además de cultura fotográfica, tenía buen conocimiento de la técnica y llegó incluso a instalar un pequeño cuarto oscuro.
Para él, la fotografía fue una pasión; mantuvo con ella la misma relación de fidelidad que con la literatura. No se consideró un escritor profesional. Con la fotografía le sucedió lo mismo, nunca se asumió como un profesional de la cámara. Los años de producción fotográfica (1940-1958) coinciden con los de creación literaria. Sin duda, aquellos fueron años de gran intensidad. Literatura y fotografía fueron los lenguajes de que se valió Rulfo para construir esa realidad.




Texto:
Marisa Gimenez Cacho
















Fotos:
Juan Rulfo




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